Ganar más en la ganadería ovina: la clave está en controlar todo el proceso
En un sector donde cada vez quedan menos ganaderos de ovino, Sergio Lázaro, desde su explotación en Oquillas (Burgos), ha encontrado una fórmula para mejorar la rentabilidad: gestionar cada etapa del proceso, desde el nacimiento del lechazo hasta su venta final.
No es una explotación normal, ya que se encarga de todo el proceso, lo que permite obtener mayores márgenes. En su granja, los lechazos nacen, crecen y, una vez listos, se envían al matadero de Hontoria de Valdearados. Luego, un asador en Gumiel los pre-asa y los envasa al vacío, permitiendo que se vendan directamente en su tienda y en su página web. Con la leche sigue un sistema similar, transformándola en quesos curados y semicurados a través de una sociedad limitada.
Este enfoque integral le permite reducir costes y depender menos de los precios de mercado, que muchas veces no reflejan la subida de los insumos. Se esfuerza en hacer todo lo posible para minimizar gastos.
Un sector en declive
Sergio es testigo del declive del oficio. Antes los pueblos estaban llenos de ovejas, ahora están casi vacíos. Existen tres grandes problemas: la falta de mano de obra cualificada, la baja rentabilidad de años anteriores y la falta de relevo generacional. Es fundamental el apoyo de la administración.
Con 45 años, lleva toda su vida en el sector. Su padre ya era ganadero y él asumió la explotación familiar hace una década. Hoy maneja 500 ovejas de razas autóctonas, churra y castellana, adaptadas a la dureza del terreno. Organiza la reproducción en ciclos naturales sin recurrir a la inseminación, utilizando métodos tradicionales para inducir el celo cuando es necesario.
Desafíos diarios: falta de pastores y amenazas externas
La escasez de pastores ha cambiado su forma de trabajo. Antes, las ovejas salían al campo con regularidad, pero ahora pasan más tiempo en las parcelas cercanas. Se apoya en forrajes cosechados en primavera y verano, y en sistemas de GPS para controlar los desplazamientos.
Pero no todo depende del esfuerzo personal. La presencia del lobo obliga a encerrar a los animales por la noche. Tras un ataque que costó 30 ovejas, la precaución es fundamental. Otra gran preocupación es el mosquito de lengua azul, una enfermedad vírica que avanza y puede obligar a sacrificar explotaciones enteras.
La clave: control y venta directa
A pesar de los retos, Sergio sigue apostando por la rentabilidad mediante la venta directa. Su estrategia demuestra que, en un sector en crisis, gestionar todo el proceso es la mejor forma de garantizar la viabilidad. Un modelo que, aunque exigente, puede marcar la diferencia entre cerrar o seguir adelante en la ganadería ovina.